Este proceso electoral que ahora se vive en México, las llamadas elecciones intermedias donde se elegirán diputados federales así como en algunos estados del País presidentes municipales y diputados locales, son las más caras de la historia.
En promedio cada voto cuesta 20 dólares, lo que nos da una cifra aproximada de 12 mil millones de pesos. Esta danza de los millones se paga para elegir quien no representará en la Cámara de Diputados, en las Presidencias Municipales y en los congresos de los estados, de acuerdo con cifras que presenta la Confederación Patronal de la República Mexicana.
Pese a todo esto, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación espera un abstencionismo del 70%, de acuerdo a un estudio que realizo.
Pero la cosa no para ahí, en nuestro país están floreciendo movimientos ciudadanos, invitando a la población votante a que anule el voto por medio de correos electrónicos, cartas, calcomanías manifestaciones en fin, con la finalidad de que los partidos de la chiquillada pierdan su registro ante el IFE.
Y por otro lado los partidos políticos se la pasan descalificándose entre ellos, mintiendo con encuestas que no son representativas ya que ni al 1 por ciento llega el número de encuestados.
En pocas palabras estamos mal por donde la veamos, padecemos de una inmadurez electoral, carecemos de candidatos que realmente hagan propuestas sesudas. A lo largo de estos casi 60 días de campañas solo se han escuchado quejas, criticas, molestia, pero nada de propuestas pro positivas, no tenemos candidatos preparados para ser políticos ni para dirigir los destinos de este maravilloso país. Lejos de anular nuestro voto, o de abstenernos de votar debemos exigir a quienes ganen cumplir y hacer cumplir todo aquello que ahora necesitamos, seguridad, salud, trabajo.
Aun tenemos miedo de levantar la voz en contra de los que con nuestro voto llegan al poder, aun nos falta madurez y carácter.
